En Pálida luz en las colinas, de Kazuo Ishiguro, todo comienza con el recuerdo de un suicidio.
Etsuko es una japonesa de cincuenta años. Enviudó de su primer marido, con el cual tuvo una hija llamada Keiko. Etsuko vive en Inglaterra y un día recibe la visita de Niki, hija de un segundo matrimonio con un inglés.
Niki y Etsuko charlan y no pueden evitar referirse a Keiko. A partir de ese momento, Etsuko evoca los días de un verano de posguerra en Nagasaki. Ella estaba embarazada de Keiko cuando conoce a Sachiko, una mujer misteriosa y huidiza, y a su hija Mariko, una niña con comportamientos algo raros que le da un toque de tensión a la trama.
A través de los recuerdos de Etsuko conocemos la historia de Sachiko, amante de un militar norteamericano que le prometió llevarla a Estados Unidos. También conocemos la historia de la pequeña Mariko, una niña que vio cómo una mujer encontraba en el río el cadáver de su hijo tras la explosión de la bomba atómica.
Etsuko también recuerda la visita de su suegro a Nagasaki y la tensa relación que mantiene con su hijo, en donde se nota una clara disputa generacional entre quienes se aferran al sistema tradicional japonés y una generación nueva que muestra mayor apertura a la influencia occidental.
No hay mucho más que eso y, sin embargo, al terminar Pálida luz en las colinas siento que he conocido más de lo que he leído. El libro tiene una trama simple, con momentos de tensión que nunca estallan, que quedan ahí, en un silencio o un gesto y que nos muestran de manera clara cómo son, viven y sienten los personajes.
El ritmo de lectura es pausado pero no lento ni aburrido. Hay una tensión constante que está por debajo de toda la historia, hay algo que parece que va a estallar y te obliga a seguir leyendo. Hasta que llegas al final del libro y no hay tal estallido. Sólo silencio y resignación.
🔸 Pálida luz en las colinas – Kazuo Ishiguro
Editó Editorial La Página S.A en 2013.
184 páginas (14 x 20 cm)
▪Esta edición pertenece una colección de veinticincolibros de Anagrama. Se vendían a poco más de 20 pesos argentinos (año 2013), junto al diario Página12.